Un año se cumplió. Jorge y yo quedamos marcados juntos para siempre. Solo él y yo sabemos lo que nuestros ojos vieron por última vez ese 06 de abril del 2015. Las miradas con distintos sentimientos que tuvimos ese día se quedaron grabadas en mí, penetradas entre la razón y el dolor.
Se cumple un año no solo de la partida de Jorge, sino también del ciclo de mis células enfrentándose aterrorizadas a la desgarrante angustia, la desolación, hielo, miedo, llanto y un desgarrador grito que nunca más será. Todas dejaron huellas físicas en mí.
Un año se cumplió en que la vida nos cambió. Cambiamos de estadios, empecé a repensar la realidad y las condiciones en que la vida me ataca de frente. En el que su alma voló hacia nuevos horizontes. Él se dio el permiso de ser libre y yo aprendí a serlo.
Poco a poco, después de tres meses con un débil suspiro me dije “tengo que seguir”. Intenté sonreír pero a los pocos días caí agotada, me levanté y caí derrotada hasta que los episodios tardaban un poco más en llegar.
Mientras tanto me recordaba que soy Kenia Regina, me vi tantas veces fortaleciéndome y llenándome de la fuerza que Dios me regaló, vi la luz que siempre me ha acompañado, la luz que soy. Vi a mi gente que supo estar aun cuando se enfrentaban a sus propios dolores y resentimientos.
Fui entendiendo que había duelos distribuidos por todos lados; que vivimos alrededor de personas van luchando con el agua al cuello pero que el mundo está lleno de heroísmos.
Y así empecé a soñarme libre, a salir del secuestro, sentirme viva y volar.
Reconocí que habían personas que me amaban, viví mi familia, descubrí las habilidades de mi hermano, amé y di amor a mis hermanas, me dejé mimar de mi madre e incluso recibir los intentos de mi padre. Dejarme proteger por mis amigas y amigos. Conocí nuevas personas que me enseñaron una nueva relación con sentirse amada por la divinidad, por Dios, cantar y sentir paz.
Hasta que un día volví a aprender a volar.
Reconocí quien soy y de qué estoy hecha. Estoy aprendiendo a conocer las señales que da mi cuerpo cuando siente nostalgia, cuando está triste, cuando quiere soñar, cuando está feliz. Entendí que mi mente es mía y puedo decidir que se convierta en mi aliada.
Aun lo extraño, lo pienso y aunque ya no está lo sigo conociendo. Dejó en mí grandes aprendizajes pero toca entender que amar es también soltar y seguir viviendo.
Jorge renació en él mismo y sé que está en un nuevo episodio de su brillante vida, por mi parte me quedé, decidí quedarme y sigo renaciendo en mí y para mí.